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jueves, 5 de septiembre de 2013

ÁRBOL DE LA VIDA



Imagina un árbol. Supongamos que representa al árbol de la vida. En él hay frutos. En la vida a nuestros frutos se los denomina nuestros “resultados”. Pero miramos los frutos (nuestros resultados) y no nos gustan: no hay suficientes, son demasiado pequeños o no saben bien.
Entonces ¿Qué tenemos tendencia a hacer? La mayoría de nosotros pone aún más atención y concentración en los frutos, en los resultados. Pero ¿qué es lo que en realidad crea esos frutos concretos? Lo que crea esos frutos son las semillas y las raíces.
Es lo que hay bajo el suelo lo que crea aquello que está por encima de él. Lo que no se ve es lo que crea lo que se ve. Y eso ¿qué significa? Significa que si quieres cambiar los frutos tendrás que modificar primero las raíces. Si quieres cambiar lo visible, antes deberás transformar lo invisible.

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