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viernes, 27 de septiembre de 2013
EL EGO EN EL PROCESO DE ILUMINACIÓN
EL EGO EN EL PROCESO DE ILUMINACIÓN
El proceso de iluminación se inicia en el momento de nacer en el nuevo cuerpo reencarnado. Mas solo sucede cuando se cambian el Ego y la Personalidad que le representa, que elabora una conciencia que emerge del lado izquierdo del cerebro, por una conciencia que parte del lado derecho del cerebro, o sea, la que utiliza la intuición como parámetro y no la razón. Esa que mira hacia adentro y escucha la voz del Alma y no del Ego. Nuevas vías se abren cuando comenzamos a escuchar nuestra intuición.
La intuición posee la bitácora de los códigos divinos de nuestro origen primordial, contenidos en mil vidas pasadas, y donde yace la sabiduría cuyos códices, solo devela el Alma, que como Luz inunda cada ángulo del espíritu humano más oscurecido en su devenir karmático. Sin embargo, para abrir los ojos de carne a la Luz, hay que abrir los del Alma primero.
Cuando se comienza a abrir el canal energético contenido en el hemisferio derecho del cerebro, una característica importante es que sentimos que la dicha se convierte en un estado más habitual, percibimos las sincronías con más frecuencia y los ojos del Alma se sumergen en la certeza del desvanecimiento de las cadenas ancestrales del Karma.
Poco a poco la vida comienza a percibirse con otros colores, estos colores tienen que ver con el espectro áurico. Estos matices de luz se energizan en la aceptación, que es una forma habitual de estar instalado en el presente infinito. Se suplanta paulatinamente la razón que clasifica y etiqueta, por la intuición que percibe y acepta.
Una de las manifestaciones más evidentes es la estimulación vital que emana de nuestro Chakra base, la Kundalini. La vida tiene su eje en el Chakra base o raíz, que inunda la genitalidad humana, pues es a partir de allí que la vida se multiplica, no solo en reproducción tisular, sino en energía misma. Una energía sexual sana y efervescente nos indica vida. Esta energía Kundali sube a través del canal espinal y baña los siete Chakras restantes, permitiendo el desarrollo de la conciencia.
En la Médula Oblongata, el Bulbo Raquídeo en el centro base del cerebro, es el que coordina las funciones involuntarias de la vida, como es la respiración y latidos cardíacos entre otros, allí podemos ubicar el Chakra del Ojo de Dios como a veces es llamado. Esta estructura es la glándula Pineal, que a su vez coordina todo el sistema endocrino, es decir, además del corazón, aquí está el centro del directorio vital orgánico-fisiológico. Por encima de éste está el Chakra de la corona, a través del cual todo el sistema energético vital se alimenta de la energía cósmica original de donde emanamos, el Océano Primordial.
Sin embargo, aunque nuestra sexualidad, su frecuencia y expresión es demostración de vitalidad, cómo la usamos, una vez siendo adultos, puesto que esa energía en el niño/a es distinta, cómo la usamos tiene mucho que ver con nuestra marca egoica. Un Ego sano es igual a una sexualidad sana y de definirlo a fondo nos ocuparemos en otro momento.
El Ego o Super Yo, como la categorizo Sigmund Freud, padre de la Psicología Moderna, es una superestructura, o sea, una estructura que imponemos a nuestra esencia divina original. Este Ego se va elaborando en nuestro proceso de crecimiento en el mundo y se ve profundamente imbuido del Inconciente Colectivo (Karl Jung), que esa memoria, conciente e inconciente que nos hermana a todos los seres humanos, dado que es de allí de donde emergen nuestras referencias de persona en el mundo, en la forma de mitos, creencias, religión y cultura. Este Ego se compone o alimenta de las energías circundantes inmediatas en el proceso de crecimiento físico. Las personas afectivamente cercanas en ese proceso, las figuras parentales, proveen de ladrillos básicos a esta estructura que nos representa en el mundo físico. La importancia del Amor sano, es decir, amor no condicionado por egoísmos, miedos, vanidad, mentiras, crueldad, etc., es crucial en la estructuración del Ego, con ello queremos aclarar, la creencia falsa de que el Ego en sí es negativo. En realidad es nuestra conexión socio-afectiva con el mundo, lo negativo del Ego no es él en sí, sino cómo fue estructurándose en el proceso de crecimiento físico-social del sujeto o persona.
Los sanadores de la salud psicológica y espiritual sabemos bien cuán importantes son esos primeros años para los niños y lo relevantes que son las figuras parentales. Las insanías mentales son mayoritariamente, tanto como un 90%, producto de crianzas tóxicas, de padres a su vez muy insanos, que transmitieron con el ejemplo y con el hacer, la insanía del estar en el mundo, estructurando Egos tóxicos, Egos enfermos en ese niño/a en crecimiento.
Desde una perspectiva espiritual, entendemos que el nacer en una familia emocionalmente y a veces físicamente abusiva, que maltrata al niño/a en su proceso de crecimiento, es una necesidad karmática, es decir, la necesidad de una prueba para darnos la oportunidad, si ya es el momento, de trascender esa herida karmática y acercarnos más a nuestra Iluminación.
También sabemos, no porque lo hemos comprobado racionalmente, es decir, a través del protocolo científico establecido a partir de la Lógica Occidental, no, lo sabemos intuitivamente. Sabemos que como Almas entre una y otra reencarnación, acudimos a esas familias donde aprenderemos nuestra lección karmática o al menos, intentaremos aprenderla, todo dependerá del estadio de evolución en que se encuentran nuestros espíritus. El Eterno retorno solo lo rompe la Iluminación y ésta, no es tarea fácil. Depurar esa gota emanada del Océano Primordial, para regresar a la fuente original en su constitución inicial, es una ardua labor sin tiempo.
En esta labor sin tiempo, que así la llamamos, puesto que el “tiempo” también es una categoría creada por el hombre, en su necesidad de organizar el conocimiento, el espíritu humano transita una y otra vez a través de mil cuerpos, el mapa que lo reencontrará desde su Alma, con el Alma original donde se gestó la chispa primigenia.
La humanidad está en ese tránsito, con aciertos y desaciertos, retrocesos y avances, pero en el camino. Unos llegarán antes, otros después, pero todos regresaremos al origen divino que nos hermana en la Luz cósmica.
En este proceso, lo importante es tener claro que el gran problema no es el Ego, el asunto está en cómo está estructurado el mismo, dados nuestros propios devenires terrenales. Obstáculos los hay y son muchos, mas los impedimentos verdaderos están dentro de nosotros, no fuera.
Extracto de mi libro, “Ser Alma, ser Espíritu, ser Humano”.
María del Pilar Pocaterra Mora, Ph.D
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