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domingo, 13 de octubre de 2013
YIN Y YANG
YIN Y YANG
El dominado es Yin, el dominador es Yang.
En tanto el dominador no se vea a si mismo desde el lugar del dominado, no se reconocerá como dominador, porque no ver a su opuesto. La luz no se ve desde la luz. La sombra no se ve desde la sombra. Desde la sombra vemos la luz. Desde la luz vemos la sombra.
En tanto permanezcamos en la sombra, no veremos que la sombra es sombra, o sea, que también existe su “opuesto” (en el plano de la 3° dimensión), la luz. Creeremos que la sombra es todo lo que hay. Creeremos que somos la sombra.
Es cuando nos movemos hacia la luz, es decir, iluminamos aquel aspecto que a iluminar hemos venido, que reconocemos la sombra como tal. Es entonces que el dominador se ve a sí mismo como dominado (se ve a sí mismo como observador de “aquel que es dominado”, que no es más que un aspecto propio del ego.)
Iluminando el aspecto del ego “opuesto” (repetimos, es opuesto en el plano de la 3° dimensión, porque en este plano nosotros aun comprendemos el Yin a través del Yang y el Yang a través del Yin. Luego es el Tao.)
Para vislumbrarse en Yin es preciso iluminar el Yang.
Esto es hacer visible la sombra. Ese aspecto nuestro que nosotros mismos no vemos, y que de nosotros tan alejado creemos.
Pues es ese el aspecto que, para ascender, debemos iluminar. El “opuesto” a quienes creemos que somos (recuerden que nos definimos a partir de polaridades. Cuando nos definimos a nosotros mismos, cuando nos catalogamos, lo hacemos a partir de un “par de opuestos”). Es preciso reconocer el opuesto de quienes creemos que somos, porque ese opuesto está indefectiblemente en nosotros. El dominador en el dominado.
Y es a través de la emoción que penetramos el terreno de la sombra. Pues es a través del afán de dominar que el dominador se reconoce como tal (es este afán la emoción).
En tanto no veamos en nosotros mismos nuestro “opuesto”, seguiremos identificándonos con todos aquellos aspectos de nuestro ego que creemos carecen de opuesto.
En la generosidad la avaricia
En la bondad la maldad
En la intransigencia la debilidad
En la compasión el egoísmo
Sombra y luz son uno y solo uno. Solo depende desde donde nos paremos a mirar.
Desde el cobijo de la sombra del árbol veremos la luz del sol. Desde la luz el sol abrazador del desierto veremos la sombra del árbol a lo lejos.
Solo nos hacemos conscientes de la una a través de la otra.
Del valor, conscientes nos volvemos a través del temor.
No es valiente quien temor no siente, sino quien el temor atraviesa a pesar del temor
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